Unos 4.000 inmigrantes, la mayoría centroamericanos, salieron el sábado desde Tapachula, ciudad al sur fronteriza con Guatemala, rumbo a la Ciudad de México para pedirle «papeles de asilo y una autorización de empleo» al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, pero temen ser reprimidos a lo largo de los 1.160 kilómetros que los separan de su destino.
El enorme contingente cargó consigo maletas, mochilas, bolsas, agua, carriolas, paraguas, además de la ilusión y la esperanza de poder llegar a su destino y luego intentar entrar a Estados Unidos, algo muy complicado.
La mayoría de migrantes que atraviesan México son de Haití, El Salvador, Honduras y Guatemala. Aguardaron durante meses en Tapachula, pero no tuvieron respuesta de parte de las autoridades mexicanas.
Por eso decidieron emprender el camino hacia Ciudad de México, donde consideran que tendrán mayores posibilidades de ser «escuchados».
«Arrancamos a las 7:00 de la mañana unas 3.000 personas desde la plaza Bicentenario de Tapachula y en el camino se fueron agregando otros cientos», señaló Luis García Villagrán, director ejecutivo del Centro de Dignificación Humana A.C., una de las organizaciones que convocó la caravana.
«Tras nueve horas de camino nos detuvimos en el municipio Álvaro Oregón (a 14 kilómetros de Tapachula). La gente está muy cansada, tienen miedo de ser reprimidos porque más adelante hay muchos soldados y policías», explicó García.
Sin embargo, hombres, mujeres y niños aún hoy siguen caminando rumbo a la Ciudad de México, con altas temperaturas, en busca de una vida mejor.